Resumen y conclusiones

Esta semana se conoció la primera tanda de medidas del gobierno. Con una fuerte corrección del tipo de cambio y un paquete de ajuste que incluye poda de gastos y suba de impuestos, la primera avanzada del plan recayó sobre los frentes cambiario y fiscal.
 

El mercado le dio una bienvenida inmejorable. Esta es una condición necesaria fundamental para cualquier programa que vaya a ser exitoso. Pero no es suficiente: el conjunto de medidas conocido hasta acá configura un plan de corrección de precios relativos que debe ser complementado con otras que permitan contener la aceleración vertiginosa de la inflación o, en otros términos, pensar en una estabilización.
 

Para calibrar los riesgos conviene no perder de vista que el fracaso de múltiples programas de estabilización ortodoxos en el siglo XX basados únicamente en el ajuste fiscal y monetario derivó de la incapacidad de lidiar con la inercia inflacionaria.
 

El riesgo de que la inflación se espiralice no puede ser subestimado y las herramientas que conocimos hasta aquí –credibilidad del ancla fiscal- seguramente necesitarán ser reforzadas en el futuro cercano. Las medidas que conoceremos la semana que viene tal vez ayuden a despejar estas inquietudes.