La idea de que los precios se muevan en una dirección tan definida con independencia del resultado electoral (o lo que es lo mismo, con resultados posibles tan distintos) es una novedad provocativa. Pero en los hechos, esto es lo que está sucediendo y el desafío entonces es cómo interpretarlo.

Más allá de como decanten los conflictos actuales de liderazgos en la inscripción de alianzas que vence la semana que viene, lo cierto es que el telón de fondo político sobre el que hoy suben los precios volvió mucho más incierto el tránsito hasta la elección presidencial. A esta situación se le suma un panorama macro muy frágil, montado sobre una situación cambiaria explosiva.

Es este contexto los precios de bonos y acciones suben muy fuerte, desacoplados completamente de la situación de sus pares internacionales. La clave está en cómo racionalizar esta tendencia y planteamos tres variantes que no son excluyentes entre sí: i) la agenda del próximo gobierno está escrita, con independencia de quién la lleve adelante; ii) el escenario de ajuste ya está reflejado en precios; y iii) el mercado podría cambiar de opinión y ajustar los precios a la baja. Pronto (y tarde) sabremos cuál es la respuesta correcta.