A principios de año, el temor más relevante estaba dado por la tasa de renovación que lograría el gobierno para la deuda en pesos. Ese temor efectivamente se convirtió en realidad, pero sin que ello derivara en una crisis de la deuda como la de junio pasado.

Mientras tanto, las necesidades financieras del Tesoro se mantuvieron firmes y fue el BCRA quien salió al rescate. El mecanismo que evitó la disrupción del mercado en lo que va del año tuvo distintas aristas: i) los entes públicos tuvieron una participación más activa en las licitaciones, facilitados en gran parte por la intervención del BCRA en el mercado secundario; ii) se amplió la integración de encajes con títulos públicos por parte de los bancos; y iii) volvió la asistencia monetaria directa por parte del BCRA.

La forma de resolver el problema de la deuda del Tesoro y de atender las necesidades financieras dio lugar a un incremento en los pasivos remunerados, a la par que la reciente suba de tasas juega en contra de esta dinámica. En este contexto es que la inflación se torna en un factor necesario, pero el problema de fondo sigue siendo el desequilibrio fiscal y en consecuencia su financiamiento.